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jueves, 28 de junio de 2012

Honduras: Miré el golpe de Estado

Tegucigalpa. Honduras 28 de junio de 2012.- Un día como hoy hace tres años, el 28 de junio de 2009 me había levantado temprano, alistado  cámara y libreta porque ese día los hondureños saldrían a votar para decidir si querían o no una cuarta urna en las elecciones generales.
Esa cuarta urna preguntaría si querían o no la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Esta iniciativa agradaba a la mayoría, pero no a los ricos y poderosos.

Recuerdo que la noche antes me había quedado hasta la madrugada viendo el Canal del Estado, dieron las 2 de la madrugada y Manuel Zelaya, el Presidente, animaba a la población a asistir a esa jornada de votación. Sin  duda Manuel Zelaya allá en su fuero interno se imaginaba lo que podía venir, pero no estaba para dar señales de cobardía o lo cegaba el poder, una de dos. Eso interpreto yo.

Me bañaba cuando medio escuché en la Cadena Radial Voces que el Periodista Dagoberto Rodríguez anunciaba “Habrían secuestrado al Presidente Manuel Zelaya”. Salí del baño para escuchar bien.
Terminé de bañar y rápidamente estaba abordo de un colectivo rumbo a Casa de Gobierno. Al llegar había un ambiente tétrico, unos 50 militares resguardaban la Casa Presidencial.  Miré que no habían parado el tráfico vehicular y unas 20 indignados gritaban vivas a Zelaya e insultos contra los militares.
El cuento había sido así. La casa del presidente Zelaya había sido tiroteada a eso de las 5 de la mañana, a él lo redujeron a la impotencia y luego lo subieron a un avión y dejado sobre la pista del aeropuerto Juan Santamaría de Costa Rica. Lógicamente los acontecimientos no salieron con esta simpleza. Honduras vivió momentos de tensión, los militares salieron a las calles dispuestos a matar para defender la “democracia”, la gente confundida, nadie sabía nada, gente llorando y gritando por las calles.
Los principales medios de comunicación callaron; transmitían música o fútbol. Esta reacción era parte de la ejecución de un plan orquestado por la clase pudiente molesto porque Manuel Zelaya les había dado la espalda, no se lo perdonaron.
Para agregarle un poco más de estupidez al golpe, en el Congreso Nacional presentaron una falsa carta renuncia del Presidente Zelaya. Era lógico pensar que si había renunciado, cómo iba a salir del país de la forma como lo hizo, pero los disputados si creyeron en “carta renuncia” era verdadera.