Kenny Castillo Fernández, en algún lugar del Bronx |
Tegucigalpa, Honduras 27 de septiembre de 2013.- ¿Qué es lo que más te impresiona de Nueva York? Me preguntó una amiga. Ignoro si esperaba ella
que me refiriera a los edificios. Pero eso para mi, no tiene sentido por la enorme publicidad de la que gozan esas
megacontrucciones. Lo que más me impresiona de Nueva York, es su gente, le dije.
Y lo digo con convicción, pues la admiración la inicio por mi tía Sofía (Bronx, Nueva York). Un ejemplo que veo desde niño.
Reflexionando un poco sobre el liderazgo de esta ciudad en el mundo, me doy
cuenta que quienes viven aquí son personas especiales. Cada neoyorquino es
una historia. Esta gente es extraordinariamente competitiva. Estar en un
tren o andar en bus en la Gran Manzana, basta para darse cuenta que esta población tiene una energía,
que es solo capitalizable ahí. Nueva York no es para cualquiera,
aunque cualquiera puede llegar a Nueva York.
El neoyorquino se siente muy orgulloso de serlo. Constantemente repite que
vive en Nueva York. No duda en decir que es la mejor ciudad del mundo, una vinculación ciudad-ciudadano que a mí
particularmente me agrada. Si el ciudadano ama a su ciudad, el resto de cosas serán
tan fáciles. Ese sentimiento por su ciudad ha de ser vital para encarar todos
los proyectos. Seguramente hay gente mediocre en Nueva York, pero debe ser la minoría.
Una de las poblaciones distintivas de esta metrópoli son los garífunas. Nueva York es de hecho, tiene
la comunidad garífuna más grande del mundo. En Nueva York se habla la lengua garífuna
como en ninguna parte. Hay más eventos garífunas ahí, que en cualquiera otra comunidad. Me atrevo a pensar que en Nueva York trabajan
más garífunas que en toda Honduras.
Los garífunas han contribuido al engrandecimiento de esta ciudad.
Me dio gusto ver esa aglomeración de
garífunas en la Gran Parada Centroamericana, el 8 de septiembre de 2013.
Caminando por Southern Boulevard y terminando con un festival musical en Crotona
Park. En ese recorrido se pasa frente al Monumento en homenaje a los fallecidos
en el incendio del Happy Land (Nueva York, 25 de Marzo de 1990).
Pues a la Parada (Desfile), con que se festeja la independencia de los países del
istmo centroamericano, quienes llegan son los garífunas. Muestran su orgullo, portan su doble bandera,
cantan el himno de su país, lo disfrutan, comen sus comidas, platican en su
idioma, ríen y recuerdan anécdotas; se reúnen entre amigos, conocen nuevos compatriotas,
presentan a sus hijos, hacen nacer nuevos amores. Nuevos contactos, venden
productos nostálgicos. Hacen publicidad de sus actividades.
Para ser realistas con lo que he visto, este desfile dentro de pronto pasa a
llamarse PARADA GARIFUNA.
Es bueno que los garífunas lleguen a la Parada y muestren su presencia en
Nueva York. Si yo fuera neoyorquino siempre asistiría, porque eso es enviar un
mensaje que a la larga nos beneficiará. La movilización es vital en nuestras
aspiraciones colectivas. Que nos vean
juntos y que seamos muchos puede motivar
a las autoridades a darnos beneficios. Es así.
Sin embargo hemos de convertir esa masa en fuerza, poder y energía, ¿Cómo
lo podemos lograr? ¿Con dinero? si, pero
no lo tenemos. Pues debemos lograrlo con alta organización. Con propuestas. Con
preparación, con educación. En pocos años esperamos ver esa generación de políticos
garífunas, de deportistas de elite garífuna, de científicos garífunas, de
militares garífunas, de emprendedores garífunas, de inventores garífunas, cineastas,
literatos garífunas.