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Dos vidas perdidas, es un hecho que amerita revisión y análisis porque causa daño familiar y social. Desafortunadamente no han sido solo dos. Estos crímenes son solo la punta del iceberg o sea sólo la señal de lo mal que estamos socialmente.
Esto es lo que se ve, ya imagino lo que no se ve. Urge que esta conducta salvaje termine ya. Es necesario que los hombres comprendamos que de ninguna manera podemos terminar con la vida de nuestra mujer y, ustedes mujeres no deben permanecer a la par de un hombre agresor.
Estos incidentes son muy raros en la comunidad garífuna, pero ocurren y debemos hablarlo para salvar vidas. He sabido de al menos 7 mujeres garífunas muertas por sus maridos. Significa que nuestras hermanas, primas, tías, sobrinas e hijas están en riesgo. El demonio anda entre nosotros y nuestras féminas, que tanto amamos, pudiera ser que lo tengan en su propia cama.
Debo aclarar que estos hechos son esporádicos, por decir algo uno en 2012, otro 2010, 2005, 2000. Pero esto no importa. La cosa es que estos sucesos deben queda en cero.
El 8 de agosto de 2012 es una fecha triste para mi comunidad, Corozal y para mi familia. Esa noche disparos de un arma se escucharon en medio de una lluvia tenue. Moría mi prima Merlín Ballestero. Su marido fue su verdugo, así lo determinaron las autoridades.
Recuerdo que cuando me llamaron para darme la novedad dijeron que había sido un suicidio, una tesis que quedó desmontada cuando llegaron las forenses. El marido fue detenido y condenado poco tiempo después. El autor purga su pena en la Penitenciaría de La Ceiba.
En otras palabras el resultado fue una mamá muerta, un papá en la cárcel y niños sin el amor de ambos. Sin el amor de sus padres es difícil el futuro de estos niños. Desde luego que hay, quienes salen bien.
En Tegucigalpa pasó lo mismo hace unos años también murió una mujer garífuna, supuestamente a manos de su pareja. Otra mujer garífuna perdió la vida tras una discusión con su pareja en Nueva York.
Diario La Prensa también habla de otro crimen de una mujer embarazada en San José de la Punta en 2014. De estos casos no importan los nombres de los involucrados el objetivo es alertar a mujeres y hombres que algo anda entre nosotros.
Para ser objetivos, sufre también la familia del hechor, además de la tristeza y vergüenza son estereotipadas y estigmatizadas, pero que culpa tienen ellos?
Consultado un especialista, el machismo se manifiesta en relaciones de poder en donde el hombre considera que la mujer es su propiedad privada porque le provee de sus necesidades materiales.
También hay una conducta hegemónica traída desde la niñez, donde hemos desvalorizado a la mujer. Cuando germinan esas dos perversas ideas el hombre se concede el derecho de hacer lo que quiera con su mujer y ella “debe” obedecer, agachar la cabeza. Eso es incorrecto.
Lo correcto es que por mayor influencia económica que el hombre tenga en su hogar no le concede derecho a maltratar a su mujer. Todas las relaciones deben estar basadas en el respeto. Nadie es más que nadie.
Un hombre que mata a su mujer no debe considerarse ser humano, porque les falta mucho para ser personas. La mujer por su parte debe saber salir lo más rápido, existen también entes de apoyo, iglesias.
De ninguna manera debemos usar la violencia como herramienta de resolución de conflictos. Ni siquiera entre hombres, acaso no somos civilizados?
Aunque la violencia de género no distingue condición social, raza o situación económica, los especialistas sostienen que una mujer educada tendrá menos posibilidades de sufrir violencia.
También un hombre educado tiene menos posibilidades de ser agresor.
No basta con decir a la mujer “si te golpea, córtasela”. Basta con educarla desde la niñez. También al varón hay que darle una buena educación. Vean que en China, en 5 escuelas, dan clases de masculinidades. Necesitamos a Dios en nuestros corazones. Necesitamos amor, amor por la humanidad. No más violencia machista. Basta ya. No es hombre el que acaba con la vida de su mujer.