El acuerdo se disolvió a última hora en la noche del miércoles, porque Zelaya quería salir como Presidente, con todos los honores, mientras que Michelleti buscaba que fuera mediante un salvoconducto.
Mel Zelaya lee un comunicado en la Embajada de Brasil
Pablo Ordaz. El País.com
La salida de Zelaya de Honduras fue urdiéndose en "lo oscurito", pero en cuanto vio la luz, saltó por los aires. El gobierno de México y el presidente depuesto, que lleva refugiado en la embajada de Brasil desde el pasado 21 de septiembre, habían llegado a un principio de acuerdo: Zelaya abandonaría su incómodo refugio para continuar desde México su ya casi imposible lucha por recuperar el poder. Según diversas fuentes, el gobierno de facto estaba dispuesto a permitir la operación bajo el viejo principio no escrito de "enemigo que huye, puente de plata".
Pero, conforme iba acercándose el supuesto desenlace, la situación volvió a complicarse. Dos emisoras hondureñas -una cercana al presidente depuesto y otra al presidente golpista?desvelaron el tejemaneje. Las informaciones hablaban de que Zelaya estaba buscando "asilo político" en México, y eso olía a huída, a renuncia, a derrota. Así que el presidente depuesto volvió a rebuscar en su orgullo y declaró: "Yo no pido, no solicito, no quiero, no acepto asilo político absolutamente de nadie, de ninguna sociedad, de ningún país, de nadie. Yo no tengo ningún salvoconducto. En el caso de una eventual salida, tendría que ser dentro de mi calidad de presidente de los hondureños, ya que mi periodo vence el 27 de enero de 2010".
Micheletti, por su parte, estaba dispuesto a permitir la salida de un hombre vencido, pero no de un presidente orgulloso. El canciller del gobierno de facto, Carlos López Contreras, alegó problemas de forma para negar el salvoconducto a Zelaya. "Si México quiere darle asilo político, nosotros estaremos encantados de dárselo, pero esa petición tiene que ajustarse a la convención de Caracas. México pide sólo un salvoconducto, pero no detalla cómo va a recibir al señor Zelaya ni en calidad de qué".
De nuevo, el gobierno golpista del pequeño país centroamericano volvía a tomar las riendas de la situación. Si Micheletti no se doblegó ni cuando Estados Unidos le puso la soga al cuello, ¿por qué iba a permitir ahora una salida honrosa para Zelaya? Los aviones dispuestos por México para sacar de Honduras a Zelaya, su familia y sus principales colaboradores tuvieron que darse la vuelta y aterrizar finalmente en San Salvador. No obstante, el gobierno de México, mediante un portavoz oficial, insistió en que las conversaciones a tres bandas -Zelaya, gobierno hondureño de facto y cancillería mexicana?continúan y la solución puede llegar en las próximas horas...: "O en los próximos días".
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