Kenny Castillo Fernández
Garífunas detenidos por Migración en México en su viaje a Estados Unidos |
Investigador Independiente
Migración y Dispersión de la Población Garífuna en la Última
Década
La violencia contada a través de los homicidios, cantidad
de balas; armas cortas y de grueso calibre no es la que hace emigrar a los GARIFUNAS
desde Honduras. No lo es en lo absoluto, sino las otras formas de violencia que
no preocupan ni a los medios de comunicación social, ni a los analistas ni a
los académicos. ¿A quién le molesta, por ejemplo, la discriminación racial? ¿Se
le ocurre a usted designar la falta de oportunidades como un factor de
expulsión?
¿Cuántos foros, cuantas consultorías, cuántos apoyos de
la comunidad internacional se destinan a estos temas. ¿Cuantos observatorios
existen para estos asuntos? ¿Aparecen en las prioridades del país?
Se ha extendido la creencia de que los garífunas forman
parte de los hondureños que emigran del país huyendo de la inseguridad
ciudadana, del aumento descomunal de los índices de criminalidad; afirmar tal
cosa es caer en la falacia e indica un claro desconocimiento de la realidad de
estas comunidades.
El éxodo garífuna está vinculado a otros tipos de
violencia, que no generan cobertura mediática, ni convoca a los especialistas;
se trata de violencias silenciosas, que no son sangrientas, aunque han generado
sangre. Estos tipos de violencias son las que NO gastan la tinta de los
periódicos, ni aparecen en la televisión.
Fue violento el desalojo de decenas de garífunas por
parte de la Policía Nacional -con sus armas de poder- en la aldea Barra Vieja,
Tela, Atlántida. Lo mismo aconteció en Castilla. Ninguno de los actos apareció
en los periódicos. Estos acontecimientos violan derechos fundamentales como el
goce de la justicia y de ser tratado de la misma manera que los otros,
entendiendo a los dueños de los proyectos turísticos que promueven esos
desalojos.
La marginación socioeconómica es violencia, no da
oportunidades, cierra todas las puertas y condena a la pobreza y miseria a
miles de familias. La dificultad para acceder a préstamos en los Bancos y todas
las políticas económicas es la violencia del sistema porque escoge a quienes se
les da oportunidad y a quienes no. Eso es violencia.
La presión que hay sobre las tierras garífunas es
violencia. La desigualdad es violencia, la marginación también lo es. La falta
de oportunidad es violencia. El desempleo es violencia. La exclusión es violencia,
la discriminación y la indiferencia, igualmente.
Los garífunas tal y como lo sugiere el sociólogo Ricardo
Puerta han sido migrantes por generaciones y esto no está asociado a la
violencia. Han desarrollado una cultura migratoria y no porque quieran, la
condición de vida en Honduras los ha forzado.
Sumemos también los violentos efectos del cambio climático;
los mares cada vez más pobres. Para conseguir peces hay que viajar más lejos
dentro del mar, claman los pescadores. En adición a lo anterior, la enfermedad
que acabó con miles de cocoteros parte esencial de la dieta alimenticia de los garífunas.
En consecuencia los garífunas han sido creativos y han
puesto a operar sus propias redes de migración para encontrar los estadios de
superación que aquí se les ha sido vedado y esa transnacionalidad ha sido
positiva, pues el milagro del desarrollo, transformación socioeconómica y la explicación
del progreso garífuna tiene nombre y apellido: migración hacia los Estados
Unidos.
Otra más: como en los años 40, 50, 60, 70 u 80 no fue la
violencia criminal la que ha sido factor de expulsión para los garífunas, ahora
tampoco lo es. Los garífunas se siguen yendo por los mismos motivos que hace 70
años, seguimos luchando por lo mismo, tal y como nos lo dijo el 30 de marzo en
una conferencia en Memphis, Tenesse la directora ejecutiva de Asociación Nacional para el Avance
de la Gente de Color (NAACP), Madeline Taylor.
El problema radica en cómo la mentalidad paranoica que se ha desarrollado en Honduras nos programa para que cuando no hay sangre, no hay problema; cuando no hay muertos tampoco. Es la forma como se nos ha alterado el sistema nervioso central, la idiosincrasia y la visión sobre los hechos que ocurren a nuestro alrededor.
Foto de Diario El País de España