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| Es importante que la niñez continue manifestando la cultura garífuna |
En la Conferencia “Situación actual y perspectivas del pueblo garífuna” a cargo del licenciado Matías Mejía Miguel y organizada por la licenciada Rosy Martínez de la Dirección de Pueblos Indígenas y Afrohondureños, DINAFROH, se reveló una encuesta elaborada por el propio Mejía entre dirigentes garífunas resultando que el 47 por ciento de los encuestados se encuentran muy seguros en sus comunidades.
La iniciativa de Mejía Miguel es relevante puesto que es la primera vez en la historia que se produce una medición situacional de seguridad en estas comunidades, por lo menos no conocemos datos ni oficiales, ni extraoficiales. Una dificultad extrema cuando haces investigaciones en Honduras es la falta de datos de partida.
A partir de la cifra revelada por Matías se pueden dar muchas lecturas, la primera: que nuestras comunidades siguen siendo seguras en comparación con la media nacional. Según el Observatorio de Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras para diciembre de 2014, el 70.5 de los hondureños se sentía inseguro en el país y aseguraban que la situación ofrecía empeorar.
Entonces en el examen nacional las comunidades garífunas salen bien paradas, sobresalientes diríamos y hasta con excelencia, pero muy mal en el renglón histórico para esas comunidades. Tradicionalmente en las comunidades garífunas se dormía con las ventanas abiertas y no sólo por el calor, sino por la confianza.
Durante la noche se dejaba ropa afuera y no había ningún problema. Los pescados se dejaban al sol, sin que ningún extraño tocara. Muy poco existía el robo, las violaciones, los asesinatos, pasaban años y décadas sin que pasara algo así. Por eso el dato revelado indica un resquebrajamiento de la cultura y de las tradiciones y de la idiosincrasia garífuna. Bien dicho está que una pared por muy sellada que se encuentre siempre tiene una fisura por donde se puede abrir.
Me hubiera encantado que el resultado de esta indagación fuese de 80 por ciento. Es así como lo pienso yo. Cuando estoy en mi pueblo Corozal, me siento 90 por ciento seguro -diez puntos menos en la noche, 80-. Mientras, en Tegucigalpa, ciudad donde vivo me siento 50 por ciento seguro, si es en la noche quizá un 30-35 por ciento.
Nuevamente con Corozal, durante mucho tiempo los mayores se negaron a que hubiera posta policial, cuando finalmente la hubo, no mejoró la situación. El 25 de septiembre de 2012, una mujer policía detuvo a un adolescente garífuna de la comunidad porque le dirigió un beso. Esta noticia fue vista como insólita en los medios nacionales. En el reconocido programa de resumen noticias Al Rojo Vivo que transmite Telemundo, el hecho fue difundido como algo curioso, la presentadora hasta se reía cuando anunció la nota.
El 27 de diciembre de 2015, en Iriona, Colón un grupo de garífunas desarmados y que viajaban por la orilla de la playa fueron atacados a tiros por un grupo de soldados, muriendo en el acto el joven Jhostin Palacios, (24) y dejando mortalmente herido a Elvis García (19), que falleció al día siguiente en el Hospital Atlántida de La Ceiba.
¿Cómo es el manejo de la seguridad ciudadana en las comunidades garífunas?
La seguridad de los pueblos garífunas está regida a una serie de valores y principios y a reglas no escritas impuestas de manera tradicional. Toda la comunidad se ve como familia, aquí no existe un núcleo familiar como lo entiende la sociología, sino que aplica un concepto de familia extendida.
El secreto de la seguridad en la comunidad garífuna es el aprecio que se tienen entre sí. Nuevamente digo priman los valores y los principios.
Todo adulto es autoridad. A los mayores se les ve con respeto y pueden darte órdenes aunque no sepas quienes son. Hay respeto por la vida y por la propiedad ajena. Es terminantemente prohibido robar y asesinar, cuando menciono PROHIBIDO, rescato el significado estricto sentido de esa palabra.
Al preguntarle a Matías Mejía sobre cinco puntos en lo que baza la seguridad en las comunidades garífunas, decía: Hospitalidad, solidaridad extensiva, sentido de familia extensiva, el comunitarismo y justicia social.
Son concepciones profundas que valdría la pena revisar, pero insisto algo estamos perdiendo. Nosotros los que pasamos de las cuatro décadas, recordamos con nostalgia el pasado. Cuando de niños saludábamos con reverencia a los adultos, juntando las dos palmas de las manos y extendiendo ambas. Sin duda ya son otros tiempos.
La iniciativa de Mejía Miguel es relevante puesto que es la primera vez en la historia que se produce una medición situacional de seguridad en estas comunidades, por lo menos no conocemos datos ni oficiales, ni extraoficiales. Una dificultad extrema cuando haces investigaciones en Honduras es la falta de datos de partida.
A partir de la cifra revelada por Matías se pueden dar muchas lecturas, la primera: que nuestras comunidades siguen siendo seguras en comparación con la media nacional. Según el Observatorio de Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras para diciembre de 2014, el 70.5 de los hondureños se sentía inseguro en el país y aseguraban que la situación ofrecía empeorar.
Entonces en el examen nacional las comunidades garífunas salen bien paradas, sobresalientes diríamos y hasta con excelencia, pero muy mal en el renglón histórico para esas comunidades. Tradicionalmente en las comunidades garífunas se dormía con las ventanas abiertas y no sólo por el calor, sino por la confianza.
Durante la noche se dejaba ropa afuera y no había ningún problema. Los pescados se dejaban al sol, sin que ningún extraño tocara. Muy poco existía el robo, las violaciones, los asesinatos, pasaban años y décadas sin que pasara algo así. Por eso el dato revelado indica un resquebrajamiento de la cultura y de las tradiciones y de la idiosincrasia garífuna. Bien dicho está que una pared por muy sellada que se encuentre siempre tiene una fisura por donde se puede abrir.
Me hubiera encantado que el resultado de esta indagación fuese de 80 por ciento. Es así como lo pienso yo. Cuando estoy en mi pueblo Corozal, me siento 90 por ciento seguro -diez puntos menos en la noche, 80-. Mientras, en Tegucigalpa, ciudad donde vivo me siento 50 por ciento seguro, si es en la noche quizá un 30-35 por ciento.
Nuevamente con Corozal, durante mucho tiempo los mayores se negaron a que hubiera posta policial, cuando finalmente la hubo, no mejoró la situación. El 25 de septiembre de 2012, una mujer policía detuvo a un adolescente garífuna de la comunidad porque le dirigió un beso. Esta noticia fue vista como insólita en los medios nacionales. En el reconocido programa de resumen noticias Al Rojo Vivo que transmite Telemundo, el hecho fue difundido como algo curioso, la presentadora hasta se reía cuando anunció la nota.
El 27 de diciembre de 2015, en Iriona, Colón un grupo de garífunas desarmados y que viajaban por la orilla de la playa fueron atacados a tiros por un grupo de soldados, muriendo en el acto el joven Jhostin Palacios, (24) y dejando mortalmente herido a Elvis García (19), que falleció al día siguiente en el Hospital Atlántida de La Ceiba.
¿Cómo es el manejo de la seguridad ciudadana en las comunidades garífunas?
La seguridad de los pueblos garífunas está regida a una serie de valores y principios y a reglas no escritas impuestas de manera tradicional. Toda la comunidad se ve como familia, aquí no existe un núcleo familiar como lo entiende la sociología, sino que aplica un concepto de familia extendida.
El secreto de la seguridad en la comunidad garífuna es el aprecio que se tienen entre sí. Nuevamente digo priman los valores y los principios.
Todo adulto es autoridad. A los mayores se les ve con respeto y pueden darte órdenes aunque no sepas quienes son. Hay respeto por la vida y por la propiedad ajena. Es terminantemente prohibido robar y asesinar, cuando menciono PROHIBIDO, rescato el significado estricto sentido de esa palabra.
Al preguntarle a Matías Mejía sobre cinco puntos en lo que baza la seguridad en las comunidades garífunas, decía: Hospitalidad, solidaridad extensiva, sentido de familia extensiva, el comunitarismo y justicia social.
Son concepciones profundas que valdría la pena revisar, pero insisto algo estamos perdiendo. Nosotros los que pasamos de las cuatro décadas, recordamos con nostalgia el pasado. Cuando de niños saludábamos con reverencia a los adultos, juntando las dos palmas de las manos y extendiendo ambas. Sin duda ya son otros tiempos.
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| La colectividad, el equipo otra de las sabidurías del pueblo garífuna |
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