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sábado, 18 de febrero de 2017

El dolor más grande de un alcalde

El alcalde Matamoros en un instante de
olvido sonríe en nuestra reunión con representantes
de la DINAFROH

Perdió un hijo, un cuñado y un sobrino en el accidente del bus en que fallecieron 24 personas. 6 víctimas más, también eran de su municipio.

Tegucigalpa, Honduras 17 de febrero de 2017.- San Miguelito, es un municipio escondido entre las montañas del sur del departamento de Francisco Morazán. Para llegar ahí primero hay que conducir una hora por la carretera que va de Tegucigalpa al Sur, luego toca rodar por otra hora sobre carretera de tierra con muchas piedras, tantas que hacen mover el carro cuan si fuera una licuadora.

Hoy las calles de la comunidad son un cuadro triste. Los habitantes caminan con lágrimas en los ojos, llorosos por los 24 muertos del trágico accidente del bus en la salida de Tegucigalpa. 9 de las víctimas eran de aquí, de San Miguelito. El peor accidente en la historia de esta comunidad de 3 mil habitantes.
Parte del centro de San Miguelito, frente a la Alcaldía 
Fue el 5 de febrero pasado, era domingo. Todo era normal, hasta que, una vez más, las calles de Honduras se tiñeron con sangre. Un tráiler que venía con más de 5 mil melones desde el Sur, perdió los frenos, iba cuesta abajo y se fue a estrellar contra un bus lleno de pasajeros que venían en sentido contrario. Del impacto, el bus fue a dar al paredón que bordea la carretera y luego el pesado contenedor, con los 5 mil melones, le cayó encima.

Hubo problemas para sacar los muertos, el peso de la enorme caja de hierro hizo que el trámite fuera lento y doloroso.

El alcalde que en estos casos es la figura que debe lidiar con su pueblo, también le impactó la desgracia: perdió a su hijo, un cuñado y un sobrino. La noche del velatorio tenía 2 ataúdes en casa.

El hijo apenas iba a entrar al colegio. Ya habían hecho preparativos para la compra de útiles. Fue a Tegucigalpa sólo a hacer un mandado.

El alcalde es Marvin Matamoros y pese al dolor tenía que estar al frente. La profunda tristeza, la nostalgia y la melancolía se apoderaron de él. Un hijo es el amor más grande que puede haber.
La esperanza de todo padre es ver crecer a sus   descendientes  y a él, la desgracia se lo arrebataba, con un montón de sueños, con muchos planes.

Lo que son las cosas, quienes han sufrido la muerte de un hijo, aseguran que podés tener varios 5 o 6 pero ninguno sustituye al otro. No hay calmante para este dolor.

Un mirador en San Miguelito 
Hoy a Marvin Matamoros le cuesta sonreír, de pronto consigue hacerlo y rápido lo invade la tristeza. Es como andar con un puñal clavado en el pecho. Prácticamente él mismo murió un poco ese día.

El 13 de febrero mientras rodaba en su vehículo otro suceso triste. En carretera se encontró con otro accidente, prestó ayuda y resultó que el del accidente era otro joven de San Miguelito, resultado: un niño muerto.

El muchacho había venido desde Canadá para enterrar a su padre que había muerto en el accidente del bus.

Iba de compras, conducía con su hijo en las piernas, con tan mala suerte que repentinamente su carro dio tres vueltas. En la primera el niño salió despedido por la ventana, en la segunda el carro le pasó encima.

Suficientes problemas? Claro. Pero en San Miguelito hay uno más: la sequía. La mayor parte de los pobladores viven de la siembra de maicillo, pero perdieron sus cosechas. Las pérdidas son enormes. El propio alcalde perdió lo que sembró. Ni siquiera hay pasto para alimentar a los animales.

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