sábado, 17 de abril de 2010

Propuesta para evitar connotaciones racistas en el lenguaje periodístico

No más "día negro", "lista negra" o "negra conciencia". Yo soy piel negra, corazón negro, pero no soy malo  
 La dinámica en que se mantiene el periodismo con constantes cambios en sus diferentes esferas se ha olvidado de corregir uno de las mayores debilidades formativas y es el de evitar las connotaciones racistas en el lenguaje ofrecido al público. Digo “olvidado” para ser de alguna manera diplomático, pero la verdad es que a esa masa inteligente de humanos es difícil que pase por alto un detalle tan obvio, como la misma ortografía.

Esta semana con la mención de Honduras en la lista de países violadores de derechos humanos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, me cansé de escuchar y leer “Honduras en la lista negra” con la connotación de que lo negro es lo malo. Cierto, es una tarea difícil desinfectar las mentes humanas de costumbres centenarias, pero, siendo el periodista un especialista, una persona con educación superior, no debería de permitirse expresarse de esta forma.

El nuevo orden mundial, en el que, por supuesto, cabemos los periodistas, nos señala que ya no debemos persistir con los mismos errores. Debemos recuperar el exacto sentido del lenguaje evitando metáforas vacías o figuraciones que terminan por ofender, en este caso a la comunidad afro de las americas. Hay que divorciarse de señalamientos peyorativos y situarnos bien en el puesto de orientadores e informadores, no deformadores.

En lugar de “Honduras en la lista negra derechos humanos”, ¿no es mejor escribir “Honduras en lista de países violadores de derechos humanos”? ¿En lugar día negro, día malo? ¿Aguas malas en vez de aguas negras? 

¿No está de todo mal verdad?

Recordemos que estos detalles también tienen su efecto económico, debido a que en America, negros somos muchos y hay, también, una población no negra que desprecia estas conductas.  
El periodista no tiene ninguna excusa para hablar mal, tampoco puede darse el lujo de comunicar sirviéndose del vulgo, mucho menos puede hablar como cualquier presidiario, sin moral y educación. La sencillez es otra cosa, es transmitir sus informaciones de manera tal que todos entiendan, no es más.

De tal manera que si estamos erradicando los usos sexistas del lenguaje y el resto de vicios, que lamentablemente, repetimos sin reflexionar, pues es tiempo también de evitar las connotaciones racistas en el lenguaje periodístico.