domingo, 16 de septiembre de 2012

La lamentable muerte de Roberto, el colega



Roberto, QDDG
Tegucigalpa 16 de septiembre de 2012.- Otra vez el periodismo hondureño de luto. Otro día de canciones tristes y acuerdos de duelo. Ha muerto Roberto Rodríguez un periodista al que no conocía, personalmente, pero  en cuyo trabajo me fijaba en las diferentes emisiones en que trabaja. Me he sentido dolido por tratarse de un humano y más por tratarse de un periodista. Hoy el telefono de su padre dice, "Te extraño hijo mío".

La revisión de las condiciones laborales de los periodistas, es uno de mis llamados desde hace mucho,  mucho tiempo. Si bien es cierto, lo de Roberto, ha sido un accidente, no menos es cierto que son reconocidas las constantes carreras que hacemos los periodistas para llegar  a la noticia; hacemos lo imposible y luego lo contamos, con heroísmo, es una lastima que Roberto ya no pueda contar personalmente esta anécdota.

En Honduras el periodista se muere de hambre porque los salarios son malos; te matan por A o por B; te puedes morir en una carrera como ocurrió con Roberto; los seguros de vida no existen a nivel de patrono;  si sos independiente debes hacer lo impensado por lograr un anuncio; las condiciones laborales son terribles. Es tiempo de pensar al respecto.

Antes de la fama o del reconocimiento popular el periodista debe pensar en si mismo.  Si estamos en la primera línea de combate a favor de la transformación social, debemos por lo menos exigir el mejoramiento de las condiciones de trabajo.

En mi carrera como Periodista pude haber terminado como Roberto, recuerdo una carrera entre San Pedro Sula y Puerto Cortés, el carro no corría, volaba. En ese momento perdí la conciencia de andar en carro,  me sentí vulnerable. Era una carrera directa a la muerte y ¿Quién le hubiera pagado mi vida a mis hijos, a mi familia?

“Te extraño hijo mío”, es lo que dice en el BB del papá de Roberto, también periodista y de igual nombre. Amigos periodistas, debemos parar esa vorágine de desgracia, luto y dolor.

Una vez presencié un disturbio en Nicaragua, tras un partido de fútbol. Era un partido que se supone iba a ser tranquilo, se descompuso y al final, lo que se escuchaban eran disparos. Por suerte no estaba en medio y sabía como ubicarme. Además fue lindo que, en vez de salir a buscar un taxi, pude salir del rollo en un carro de prensa local, magnifico, pero... ¿Qué pasa en un día sin suerte?

Otra vez, veníamos junto a un fotógrafo y un colega, con un conductor cuya alma estaba poseída por el demonio, en ese momento lo sabía, pero ya no podía hacer nada. En una intersección se metió un vehículo. El conductor nuestro tuvo la habilidad de maniobrar, frenó y mandó el timón, hasta quedar nuestro vehículo con vista al lado opuesto. Nuestra segunda fortuna fue que un bus gigante venía con suficiente espacio para sólo ver el espectáculo. Si no, Kenny Castillo, fuera historia.

Lo primero que se me ocurre es que debemos rediseñar la enseñanza del periodismo, actualmente nos enseñan que la noticia lo es todo y nosotros donde quedamos? La orientación debe iniciar enseñando el cuido personal, protección de la noticia, derechos del periodista, cobertura de eventos y ser periodista, este último punto muy importante, puesto que en algunas empresas el periodista es menos que nada; no tiene derecho a disentir, no tiene derecho a reclamar; es solo un peón y debe obedecer aún a costa de su vida y de sus temores.

Las cosas que debemos ver los periodistas. Descanse en Paz Roberto.