Fotos ESTEBAN MEJIAS
Solamente tener a Roberto Michelleti haciendo las veces de Presidente es ya un atentado contra los Derechos Humanos.
¿Por qué?
No ha pasado por elecciones, ni fue puesto con el acuerdo del pueblo y si de ahí partimos, a la Comisión de Derechos Humanos que arribó este lunes a Honduras, ninguna cantidad de papel le será suficiente para registrar los atropellos que siguieron al golpe de Estado del 28 de junio pasado.
Si deciden ser redundantes encontrarán muchas cosas para decir, pero, si son directos, sencillamente dirán, “no existen derechos humanos en Honduras”.
En la madrugada del 28 de junio, antes de las seis de la mañana, unos 200 elementos del Ejército ocuparon la casa del Presidente Manuel Zelaya, acto seguido fue capturado, montado en un avión y abandonado en Costa Rica. Después de este acto, muchos más vinieron como la suspensión de las garantías y derechos individuales representados en constantes toques de queda. Centenares de hondureños fueron encarcelados sin delito y otros tantos fueron agredidos.
Hubo bloqueos de carretera violándose el derecho humano de la libertad y locomoción. Se cerraron emisoras radio y de TV, violando la libertad de expresión y, por supuesto, en el país, no hay ni Igualdad, ni Libertad, sólo para mencionar los derechos primigenios que dieron vida a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En Honduras, la educación primeria, secundaria y universitaria está colapsada. Los sistemas de salud funcionan a media asta y los servicios públicos experimentan interrupciones. La atención en las oficinas públicas es casi nula. Se ha instalado un odio de parte de la Policía a la población. Ejecutan detenciones por cualquier cosa y, estando encarcelado, existe sometimiento a tratos crueles.
Muchos de los encarcelados deben hacer uso de papelitos clandestinos para enterar a sus familias, porque no les permiten el teléfono. Si una radio, generalmente Radio Globo se interesa por ellos, se les niega el acceso, es ahí donde los papelitos se hacen pieza clave.
La Policía dispara contra los manifestantes. Las autoridades en vez de dialogar y escuchar, lo que se hace es reprimir. Han declarado la ley del fusil y viendo que el Gobierno está dispuesto a matar, la gente atemorizada se queda en sus casas. Francotiradores vigilan las manifestaciones y, además, se envían policías infiltrados para tomar fotos a los participantes.
Mientras tanto, la muerte de varios manifestantes es asunto ya conocido. Centenares de hondureños han sido apaleados. Una mujer denunció en Radio Globo que, después de golpearla, un Policía le había manipulado sus genitales con un tolete (Pieza de madera con que golpean los policías).
Los periodistas, extranjeros y nacionales han sido vejados. Políticos reconocidos como el candidato Presidencial independiente Carlos H. Reyes ha sido apaleado al igual que el diputado Marvin Ponce. La rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, también fue agredida. La situación actual de Honduras es muy comparada a las de algunos países africanos en sus peores dictaduras. Ojala que la Comisión retrate, de cuerpo entero, la situación de Honduras y que promueve el castigo para los culpables de acuerdo a las leyes del sistema Interamericano.