Vibró el teléfono y era mi colega periodista José. –Aló,
si. –
Después del saludo, a lo que te llamé. “Quiero hacerte una pregunta, ¿Cómo debo llamarles a Ustedes: Garífuna, Negro o Afrodescendiente? Se le notaba un poco confundido y dubitativo. Desde luego –aclaro- no soy la persona para terminar con esa duda, pero te daré mi opinión. Creo que podés usar los tres, para mi son sinónimos, son equivalentes.
Para
quienes no tienen antecedentes de esto, los garífunas, somos una comunidad
radicada en Honduras, Guatemala, Belice y Estados Unidos, unos pocos en
Nicaragua. Los que cuentan la historia dicen que somos el producto de la fusión
entre negro caribe e indio arawahko. Relación producida en San Vicente donde
los primeros habían llegado en calidad de esclavos, pero que se resistieron a
ser.
La anterior es la historia más contada, pero hay quienes piensan que los garífunas venimos directamente de África. Hasta aquí lo dejó y se lo entregó a los expertos. Cientos de años después llegamos a Honduras -1797- como Garífuna. También por nuestra piel nos llaman Negros, pero hace poco para desmarcarse de la connotación peyorativa de esa palabra, para referirse a nosotros, saltó a la luz el termino afrodescendiente.
Es
aquí cuando se instala la polémica entre defensores del término garífuna,
negros
y afrodescendiente. ¿Qué opino de la controversia? Los tres
conceptos me gustan.
El
termino garífuna no muere, tampoco el
negro, mucho menos afrodescendiente. Muchos entienden que estamos asistiendo al
funeral del concepto garífuna. Particularmente no lo encuentro así. Lo que
muere son las mentes que creyendo que esto es un juego se aventuran a hacer campaña
a tal o cual vocablo como si se tratara de política. El recurso de la autodeterminación
es muy importante al momento de definir esto, es decir ¿Cómo me gusta que me
digan a mí? No se trata de imposiciones.
Creo
que esos tres términos pueden vivir juntos, como pueden vivir todos aquellos
que se ponen de uno y otro lado. Lo que es urgente asumir es que el debate es
necesario para el crecimiento y que la tolerancia es aún mejor. No debemos
alarmarnos porque una persona en vez de afrodescendiente, prefiera garífuna o
que le llamen negro. El amplio espectro de las ideas, de las libertades permite
estas cosas.
Pero
¿tú como te defines?, soy garífuna, así me lo dijo mi madre y así se lo dije a
mi hijo, hablo garífuna, pero no me disgusta el termino afrodescendiente, pues
evoca un pasado, una genealogía de la cual me siento orgulloso. ¿Cuál es el
problema?. Ninguno. Sin embargo, enfatizo en que los debates son buenos y
necesarios. Así encontramos la luz. Así llegamos al final del túnel, en este
caso, esa es para mí la importancia de un debate sin importancia.