Mario Balotelli |
Tegucigalpa, Honduras 30 de junio de 2012.- El díscolo futbolista italiano de origen ghanés, Mario Balotelli nos ha entregado dos de las notas más sobresalientes de la cita del fútbol europeo: la primera, el derrumbamiento del muro alemán con dos goles que, seguramente, molestó al mismísimo Adolfo Hitler en donde se encuentre. La segunda nota, su celebración peculiar despojándose de su camiseta, quedarse inmóvil y mostrando su cuerpo negro.
Después de haber visto tantas veces a Balotelli, sinceramente que esa acción, es otra genialidad del futbolista, una jugada maestra para transmitir más de algún mensaje. Estaban en sintonía los más duros alemanes que desprecian la negritud y que han dejado tantas actitudes racistas al mundo y protestaba también ante los propios italianos que no le quieren ver con la camiseta Azzura, solamente porque es negro. Por si fuera poco, Polonia y Ucrania, sedes de la Eurocopa, también tienen grandes antecedentes de racismo contra los negros, el propio Balotelli, antes de viajar a la competencia indicó que no toleraría ningun acto de racismo e hizo una advertencia, "si alguien me tira un banano, lo mato".
Jesse Owens, al centro |
No me queda la menor duda que la manifestación de Mario Balotelli, es una protesta inteligente que pueda cambiar la historia de las relaciones entre los italianos más conservadores con los africanos inmigrantes a quienes humillan a diario. Los racistas aprenderán a amar a los negros, porque sabrán que pueden hacer y hacen algo por su patria. Por otro lado, Alemania vuelve a doblar rodilla frente a un negro, como en 1936, frente al atleta estadounidense Jesse Owens.
Así es que Balotelli es un Owens moderno, ambos humillaron a la Alemania y ambos son despreciados, por ser negros, por buena parte de sus compatriotas. Muchos no estuvieran felices que Owens fuera el héroe, como muchos no lo estarán que lo haya sido Balotelli.
Un texto sacado de elraboyelespinazo.blogspot.com dice sobre Owens “Sin embargo, su momento para la gloria llegó en Berlín, en 1936. El nazismo, el III Reich, esperaba con ansiedad el momento en que alemanes rubios y ojos azules correrían más alto, más fuerte y llegarían más lejos que nadie. Pero no: con la presencia del mismísimo Hitler en la grada, Owens destrozó el record mundial de los 100 y metros, relevos 4 x 100 masculinos y salto de longitud. Cuentan que Hitler se fue avergonzado, humillado: un negro tirando por tierra, dejando a la altura del betún, sus absurdos sueños de superioridad aria”.
“Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente.” Jesse Owens.