Tegucigalpa, Honduras 29 de mayo de 2014.- Un diario mexicano acaba
de informar sobre el lamentable accidente de una madre garífuna y su hijo a
bordo del tristemente celebre ferrocarril denominada “La Bestia”. Ese es el
transporte que usan casi todos los inmigrantes para cruzar el territorio
mexicano y llegar a Estados Unidos, se suben en los techos y se alistan para
interminables horas de travesía.
Nunca antes como ahora, se habían
ido tantos garífunas de manera irregular para Estados Unidos. Cruzan el territorio
mexicano y al estar en la frontera con EE. UU pagan “coyotes” para que los ingresen a la tierra
del Tío Sam. Nuestros pueblos se están quedando vacíos, se va nuestro recurso más
valioso; el humano y lo peor, se están yendo jóvenes.
Esta es una tragedia social
comparable con los éxodos de guerra en África o los desplazamientos que produce
la guerrilla en Colombia. Cientos de familias desintegradas; padres o madres
que se van y nunca vuelven; talento del arte y del deporte que el país pierde;
muchachos y muchachas que son el futuro del país; militares del mañana se están
marchando; potenciales políticos que pueden cambiar la marcha de nuestra nación
y cientos de personas con gran inteligencia que a partir de su ingreso aportarán
al país de las barras y las estrellas.
Es la característica de Estados
Unidos; sabe atraer a la gente inteligente y trabajadora. Los sabe proteger y
les da lo que se merecen.
El testimonio de una mujer fue aún con todo el riesgo de la travesía, prefería hacerlo porque en Honduras ya no se podía vivir por la delincuencia y la falta de empleo.
Tengo admiración y respeto por
los hondureños que viven en Estados Unidos, ellos son los que mantienen nuestra
economía. He dicho que nuestro gobierno debería dispensarles un paquete de privilegios
y ser más proteccionistas con ellos, aún así me parece lamentable que este éxodo
garífuna se produzca de la forma que se está haciendo. Es muy denigrante y
humillante que haya que salir corriendo.
Como suele suceder con casi todas
las cosas que se suceden en este país, el gobierno hondureño ni cuenta se da o se
mantiene indiferente. Esto no es de extrañar, el desempleo, el narcotráfico y la
violencia devora el país. Ellos se mantienen ocupados con los asuntos que competen
solamente a los ricos del país.
Mi conclusión: la Constitución de
la República ordena que el ser humano es el fin supremo del Estado, pero normalmente
el pueblo garífuna ha caminado solo. La asistencia del gobierno ha sido mínima
y eso no cambiará en mucho tiempo, a lo mejor nunca. Así que la solución corresponde
a nosotros mismos, a los garífunas, no vengo aquí para decirle a mis hermanos y
hermanas garífunas, “no se vayan para Estados Unidos” pero debemos tener el máximo
cuidado, no arriesguen sus vidas, no arriesguen la vida de sus hijos.
Cuídense.
Cuidémonos.