Con la salida de Manuel Zelaya a República Dominicana, se cumple una vieja costumbre de Honduras, la de sacar a sus mejores hombres.
A partir de hoy entiendo menos la democracia. Si ese es el poder del pueblo, ¿Cómo entonces un Presidente, tan querido, con tan alto apoyo popular está siendo extrañado de su patria? ¿Acaso hay un margen duda sobre la aceptación de Zelaya? O es que ese mar humano que lo acompañó era solamente una pintura?
Hoy, Manuel Zelaya Rosales duerme en República Dominicana, luego de dejar la Embajada de Brasil donde lo tenían prácticamente en cautiverio. Allí pasó 114 días. El problema de Mel Zelaya fue uno solo; haber intentado hacer reformas profundas para devolverle el poder al pueblo. Como era de esperarse el plan no gustó a los que tienen secuestrado el poder por eso lo mandaron a sacar.
¿Cómo es Zelaya?
Es un hombre muy latino, cae bien a todos; hombres y mujeres, sabe cantar, es un tipo sencillo, come en donde sea. En Tegucigalpa en más de alguna ocasión siendo Presidente invitó a más de alguno de sus amigos a comer hamburguesas a una de esas franquicias. Otro día aparecía montado en motocicleta. Bailaba públicamente las danzas locales, tocaba la guitarra en fin… Un día llegaron uno indígenas, él hizo subir a su despacho al líder, era notorio aquella extraña fusión del lujo presidencialista con la sencillez del campo, algo nunca antes visto en Honduras.
De regreso al hoy. Tras intensas pláticas y con la presión internacional, Zelaya logró lo que justamente sucedió, viajar a Republica Dominicana, eso es un gran éxito pues la oligarquía hondureña lo que quería era verlo o muerto, o en la cárcel.
La ida de Zelaya dejó profundas heridas en millones de seguidores. Alrededor del aeropuerto hubo muchas lágrimas, muchos gritos de motivación. No querían que se fuera, no obstante, eran pocos los que sabían que la expatriación de hombres ilustres es una vieja costumbre hondureña.
Pasó con Morazán y Valle
La historia cuenta que Francisco Morazán, murió en Costa Rica. Morazán era un hombre muy adelantado a su época, con ideas muy unionistas, él soñaba hacer de Centro América una fusión, como la que existe hoy en Europa. Pasó discursando en todos los campos y ciudades de Honduras, pero su idea no pegó, al contrario, Morazán debió salir, fue asesinado en Costa Rica y ni siquiera sus restos están aquí, están en El Salvador.
Igualmente José Cecilio del Valle, un hondureño como pocos, culminó su vida en Guatemala, extrañado de su patria.