La fiesta filtrada en Facebook de quienes fueron a ayudar a Haití es una muestra de lo que, muchas veces, vienen a hacer donantes y cooperantes a los países en desarrollo
Cuando en los peores días del Golpe de Estado en Honduras surgió el rumor de la posible entrada de los Cascos Azules de la ONU, mi amigo haitiano Gary Bouzy, que siente un profundo amor por mi país porque aquí se recibió como médico, me dijo “ojala que no vengan porque en Haití han hechos desmanes”.
Agregó que los cascos azules eran responsables de un sin fin de violaciones a los derechos humanos, que en las calles ellos eran el poder, que habían arrasado con cientos de mujeres abusándolas sexualmente y asesinado a muchos compatriotas, pero lo peor es que nadie les podía hacer nada. Eran amos y señores y todo se regía por los caprichos de los soldados y de quienes los regían.
Por eso no me ha extrañado ver como médicos puertorriqueños han amenizado una fiesta en medio de la desgracia de ese pobre país que, desde hace muchos años, le llueve sobre mojado. Estos médicos de Puerto Rico, no solamente han bailado, bebido, reído y jugado con armas prestadas por soldados dominicanos, sino que osaron de publicar las imágenes en redes sociales como si se tratara de una gran obra. Indudablemente se pasaron de la raya y deben explicarle al mundo y a su país lo que hicieron.
A estos médicos no se les prohíbe el esparcimiento, reconocemos que el trabajo es arduo y que necesitan desestresarse, pero ¿Qué de aquella foto en donde uno de los doctores aparece con un serrucho en la mano y en cuyo rostro delata diversión y burla hacia un paciente? ¿Cómo se puede justificar semejante desatino? ¿Acaso el haber viajado como voluntarios les concede derechos para hacer lo que hicieron?
La falta de espiritualidad y ética profesional, al parecer, es una situación de la que mucho se tienen que preocupar los médicos, en particular ahora que con una operación o una consulta se convierten en millonarios.
Pero este tema da para más...lo que aconteció en Haití pasa frecuentemente en los países del tercer mundo; aquellos que vienen a salvarnos se convierten en nuestros verdugos. Miles de proyectos que traen Organizaciones internacionales se esfuman en el sueño de los justos por la mala mente de los ejecutantes. Casi podríamos decir que estos organismos y sus empleados, son una autentica mafia que en vez de sacarnos de las profundidades, nos sumergen más en ella.