La frecuencia del Canal 8 ha generado un tenso debate y hasta los que nada tienen que ver le han puesto más leña al fuego.
Tegucigalpa
Honduras es un país cuyo territorio se ha repartido por pedazos entre los poderosos. “Tú te agarras esto y yo aquello. Esta partecita se la damos a aquél, el resto a fulanito”. Asimismo se reparten las influencias, los ministerios, los proyectos y por supuesto los canales de televisión y las frecuencias de radio. Lo peor del caso es que al propio Estado lo dejan sin nada. Dispuesto a terminar con esta costumbre, el gobierno de la República, mediante decreto legislativo se autorizó el Canal 8, lo que le ha valido una feroz critica por parte de los dueños de todo.
El Estado necesita el Canal para estructurar su aparato de comunicación, pero el empresario Elías Asfura dice ostentar la propiedad de esa frecuencia.
Todo nace cuando CONATEL, la entidad que otorga las frecuencias de radio y TV, negó a Asfura la frecuencia de Canal 8. Asfura se fue a un Tribunal y éste ordenó que se lo tenían que dar. El Gobierno no acepta esto y el fallo es visto como un prominente abuso de autoridad por parte del juez. Para terminar el tema el propio Presidente Porfirio Lobo Sosa envió una iniciativa al Congreso que le ha concedido –vía decreto- el Canal.
Por eso se ha venido un intenso debate, algunos están con el Presidente Lobo y piensan que el canal debe permanecer así como está, es decir siendo Medio del gobierno. Otros dicen que el Gobierno debe corregir. Este asunto ya no corresponde a la esfera de libertad de expresión, inclusive el empresario es miembro del partido que ostenta el mandato.
Nuevamente asistimos al análisis del desempeño de los medios de comunicación, pues ahora se han convertido en equipos de chantaje. Intentan extorsionar a las autoridades y ante esto es poco lo que el gobierno puede hacer. Como periodistas hay que estar con el periodismo, pero no con los que han secuestrado el periodismo y lo convierten en instrumento de terror o arma militar.
Asfura tiene dos canales de televisión y ha desatado toda una campaña para desalentar a los diputados. Para ello se ha valido del aparato propagandístico que defendió el golpe de Estado. El Gobierno ha contraatacado con una cadena nacional diciendo que es derecho del pueblo tener su Canal. Todo entonces esta empantanado. Lo que si se ve -a todas luces- es que el país se encuentra muy frágil, débil y sensible.