Un paseo por los rincones de una hermosa isla, uno de los puntos predilectos para los aprendices de buceo
Son las 9 con 15 minutos de la mañana y el muelle de
Cabotaje de La Ceiba es un “hormiguero” con decenas de personas en movimiento,
en pocos minutos zarpa el ferry para Útila, la más pequeña y exótica isla de Islas
de la Bahía que hoy me toca conocer después de muchos años de quererlo hacer.
Me voy en el ferry nuevo -Útila Dream-,
la imponente maquina naranja y blanco es una maravilla moderna, una
construcción de vanguardia que es todo un lujo para un corto recorrido. Cualquier
persona que tema viajar por mar, se sentirá particularmente atraído por la
estética de esta embarcación.
Comodidad, lujo y confort en el interior de la embarcación. |
El Ferry con capacidad para 200 personas atracado en el muelle de Útila, listo para salir a La Ceiba. |
A los pocos minutos de comenzado
el viaje, pese a la magnitud del ferry, me doy cuenta que dentro del mar nada
es lo suficientemente grande, el yate se mueve deliciosamente como un columpio.
Las olas pegan al lado y a cada rato la
embarcación sube las olas, cuando regresa de allá arriba da un vértigo sabroso.
Este salto no a todos les gusta, pero en realidad es una sensación hermosa que
se complementa cuando el Yate choca con el mar y produce chispazos de agua que
se levantan a metros.
Útila, ubicada a 30 kilómetros
mar adentro frente a La Ceiba, es tan pequeña que es posible caminarla de punta
a punta, algo recomendado porque es así como se puede adentrar en su cultura,
sus rasgos distintivos y sus sonidos. Da la sensación de estar en otro país en
virtud de la herencia colonial heredada de Inglaterra que dominó el sector por
más de 200 años, recordemos que las Islas de la Bahía pudieron ser de Honduras
apenas en 1859 mediante el Tratado Lennox Wyke-Cruz.
Mientras la embarcación sigue el
sube, baja y toparse con las olas, una dama de la tripulación me sirven un
refresco, mientras en la parte frontal de la cabina de pasajeros veo a dos
personas de seguridad vigilando que todo esté bien. Hay dos televisores que están
transmitiendo dibujos animados, pero yo no le voy a eso, prefiero ubicar mi vista
al mar y ver lo agitado que está.
Al llegar a la Isla, el muelle es
muy sencillo apenas una pieza rectangular de cemento, sin mayores protocolos.
Al primer contacto te das cuenta que en Útila todo es pequeño; las calles
estrechas y las casas. Llama la atención la arquitectura particular de lindas
casas de madera, algunas parecen que fueran de reyes.
Inicia la cuenta
Dejando el muelle a unos pasos,
me encuentro con la primera cosa por la cual hay que ir a Útila, en un negocio
cercano es posible alquilar una bicicleta por tan solo 22 lempiras la hora, un
dólar. Precios baratos me habían dicho que las Islas eran caras, pero Útila es
diferente. Desde luego que, en el apartado de comidas, si quieres encontrar
comida cara, las encontraras.
¿Qué más es barato? Pues
trasladarte a los cayitos y sentir otros aires de la misma isla; Cayo Pigeon y
los otros; pasear en kayak por la laguna y avistar las aves. Otro dato
interesante de Útila es que no es lugar para carros, apenas mire 3. Los
utileños se transportan en cuatrimotos, moto taxis y vehículos de los que usan
los jugadores de golf. Muy interesante, verdad?
Una vista desde el Muelle |
Obligatorio dar una caminata por
sus rincones para absorber la vivencia del isleño normal, así es que en lo que
me dirijo al lado opuesto del lugar me encuentro con afrodescendiente, está
sentado en una esquina con pose relajado, tiene un cigarrillo en medio de sus
dedos y piernas cruzadas una encima de la otra, le digo buenos días, me
contesta en castellano con su lindo su acento de bilingüe y en seguida, sin
preguntarle, me señala los hoteles del lugar.
Útila es una isla, multicultural,
viven negros de habla inglés, blancos, garífunas, ladinos y los popularmente
llamados caracoles que son el resultado de las mezclas entre los dos primeros.
El segundo elemento por el cual
ir a Útila es su gastronomía, digamos que aquí hay comida que serán imposibles
de encontrar en otras partes de Honduras, ¿qué tal cangrejo hervido con guineo
y cebolla envinagrada, es para ellos lo que la machuca es para nosotros los
garífunas.
Un tercero: visitar las cuevas de
agua dulce, ubicado dentro de una área de arrecife, hay que bajar por unas
escaleras al llegar al agua se camina una distancia por bajo tierra, inclusive
hay que llevar linternas o candelas, entras por los túneles de las cuevas y
abajo vas encontrando el agua dulce, mucho cuidado, eso sí. Aquí no me detengo
pues esto me parece algo sobrenatural, muy apto para amantes de lo extremo. No
sé si podré experimentarlo, pero se escucha algo con una carga emocional
bastante fuerte. Quienes quieran llegar, queda camino al aeropuerto muy cerca
de la empresa de energía eléctrica.
El cuarto, mucho más sencillo,
contemplar el atardecer desde el puente frente al faro. Esto sí que no tiene
precio. Es un momento idílico de amor con la naturaleza. Los colores
entremezclados en el panorama del atardecer resultan una belleza inexplicable,
justo lo que buscan los pintores para hacer las obras de arte que todos
nosotros queremos tener en la sala de nuestras casas.
Y llegamos al quinto: ligar, sí,
algo tiene Útila que llama la atención a los solteros y solteras. Vas solo y
alguien presupone que encontraras compañía. Como me preguntó mi amiga que vive
ahí, ¿te encontraste a alguien? -No, le
dije.
Una vista desde el Muelle |
Aún sólito el tiempo vuela, hay
que estar pendiente del reloj para llegar antes de las 2 de la tarde al muelle,
llegas a las 3 y 30, pensando que la salida era a las 4 y te quedaras deseando
tener un yate propio, silbando en el muelle, cantando tu propia versión del
Muelle de San Blas, buscando hospedaje, dormir y salir al día siguiente a las 6
y 30 de la mañana.
No hay mal que por bien no venga
dicen que el día anterior, el mar se puso más rebelde. (FIN)
-Artículo hecho con colaboración de Gabriela Rivas-