Composición de dos calles de Corozal, vacías. Todas las semanas salen personas con rumbo a Estados Unidos. |
Kenny Castillo Fernández
Investigador Independiente
Migración y Dispersión de la Población Garífuna en la Última Década
Tegucigalpa, Honduras 15 de diciembre de 2015.- Con mucha suerte Selvin Guity de 36 años
podrá encontrar trabajo en estos meses que restan para finalizar 2015, lleva ya
tres años de búsqueda y no ha podido conseguir. Él es parte de la inmensa
población desempleada de las comunidades garífunas y en cuyo imaginario sólo
cabe una cosa; emigrar, irse del país, principalmente a los Estados Unidos,
pero si encuentra otro destino, Europa por ejemplo, también sería bueno.
Sentado en la playa
de Corozal, sin camisa -la lleva en el hombro para escapar del calor- piensa en
irse al exterior como marino de barcos cruceros. Alrededor de él hay unos cinco
tipos que también buscan respuestas al desempleo.
Viendo al horizonte
hacia donde el mar se pierde y se une con el cielo, ubican su pensamiento en un
posible negocio personal, pero esa posibilidad también es remota ya que los
bancos resultan inaccesibles con sus inalcanzables requisitos; quizá dos avales
que no podrán encontrar, una garantía que no tienen y por último, los altos intereses.
Así están muchos jóvenes
en las comunidades garífunas. Es prácticamente una nación en paro, gente
económicamente activa que busca sobrevivir. Algunos que logran trabajar también
piensan en irse porque sus trabajos no les dan para progresar. Los que tienen
negocitos también están en lo mismo.
Selvin Guity |
En lo que platicamos
con Selvin, sus amigos bromean que dentro de poco se irá la energía eléctrica,
a cada rato la quitan. También en Corozal, no hay que enfermarse porque
encontrará pocas medicinas en el Centro de Salud local y quizá menos en el
Hospital Regional Atlántida ubicado en La Ceiba.
Por eso y muchas cosas
más Selvin está convencido, “hay que salir del país, no hay de otra, por lo
menos yo, no me voy mojado” -se refiere a la travesía hacia los Estados Unidos
por México- son muchos lo que se van a
expensas de lo que pase, de encontrarse cara a cara con los zetas o caerse del tren
en que viajan y perder una pierna o un brazo. “No importa, como sea hay que
intentar irse porque estamos en nada, muriéndonos es que estamos”, dice.
De Corozal se han ido
varios que entran a los Estados Unidos caminando y han mejorado sus vidas. Unos
pocos han regresado porque no encuentran lo que quieren, pero hay también
quienes nunca vuelven porque mueren en México. Ni siquiera es posible traer los
cuerpos para darles cristiana sepultura.
Garífunas y su cultura migrante
Según el Banco Mundial para el 2013 el 64.5 por ciento de
los hondureños vivían en pobreza, el 42.6 por ciento en extrema pobreza. No
existen estudios específicos sobre el pueblo garífuna, pero seguro que no caerá
en esos rangos gracias a las remesas que envían sus familiares desde el exterior.
Mientras tanto, en mayo del año anterior cuando Estados
Unidos se vio desbordado por la gran cantidad de personas que traspasaban sus
fronteras y declaró Crisis Humanitaria en la Frontera con México, se fueron unos
5 mil garífunas, la media es de 100 por comunidad, pero hubo comunidades como
Tornabé, Tela donde se fueron más. Los
vecinos recuerdan cuando dos buses partieron a dejar gente la frontera con
Guatemala, eran días donde todos se querían ir.
A propósito, el 18 de agosto de 2014 Diario El País,
el periódico global de España se fijó en el éxodo garífuna y publicó “Los
garífunas son los descendientes de los esclavos traídos de África y los
caribeños indígenas, incluyendo arahuacos y caribes isleños. Hablan una lengua
distinta que mezcla las tres influencias. Históricamente han sido rechazados.
Como hondureños, están siendo forzados a huir de su país debido a que las
principales rutas de la delincuencia y el crimen organizado están pasando por
sus territorios. Violencia y criminalidad, unidas a la falta de oportunidades y
el caos de su país de origen hacen que se haya producido desde hace poco menos
de un año un importante flujo migratorio hacia el Norte.
Foto de Diario El País de España de Garífunas descansando en la difícil travesía por México hacia el país de las barras y las estrellas. |
Eso es cierto, sin embargo los garífunas rechazan que
se vayan por efecto de la violencia, señalan que las comunidades son tranquilas,
emigran por el rechazo y la discriminación racial que le impide competir por
los empleos y tener posibilidades de hacerse de una vida digna.
Una niña de 14 años,
originaria de Triunfo de la Cruz, que a su temprana edad ya ha sido deportada
una vez, dijo que cuando se iba, imaginaba que en Estados Unidos todo era
bonito y que no le preocupaba dejar su comunidad, apunta que algún día
volvería. A la par de la anterior de ella está una joven de 18 años, bilingüe y
maestra de educación primaria que no ha podido conseguir trabajo.
Alianza para la Prosperidad
De regreso a Corozal,
en el colegio las maestras reportan que los alumnos no llegan a sus clases, la
única que no se queja es la profesora de inglés, sus clases están llenas y sus estudiantes
tienen excelentes notas, ¿por qué? sencillamente ellos tienen planes de irse.
La moda de la
emigración florece y ahora aparece una nueva figura: el coyote garífuna. Es el “héroe”
de la película porque ayuda a la gente a cumplir sus sueños. Como lo dijo el
sociólogo Ricardo Puerta, “es una suerte de trabajador social”. Hasta da
crédito, muchos de los que ellos cruzan al Norte mejoran sus vidas, pero ellos
continúan en las mismas.
Pareciera una
contradicción pero en un grupo focal celebrado en Tornabé, Tela, Atlántida una
de las participantes planteó que el gobierno debería hacer algo por los
“coyotes”, es decir no lo asumen como actividad ilegal. La situación no parece cambiar,
la generación de empleos en las comunidades garífunas no existe, quizá cuando
vengan los dólares de Obama y se ejecute el Plan Alianza para la Prosperidad,
tal vez destinen unos millones a las comunidades garífunas y puedan estos
ejercer el derecho de quedarse.
Selvin Guity enfila a
embarcarse en Europa, ya inició trámites ante la Marina Mercante, con toda
seguridad será un remesero más. Igual decisión tomarán cientos de jóvenes,
inclusive mujeres, algo que no era usual, hace unos años. Un marino, no calificado,
puede ganar al mes un salario que jamás tendría en Honduras.
Kenny Castillo Fernández investiga la Migración y Dispersión de la Población Garífuna en la Última Década |