El comandante Fidel Castro y el estudiante de medicina de Luther Castillo Harry en la ELAM en 1999 |
Cierta vez preguntó cuánto se tardaba la lancha entre Batalla y Plaplaya. Como cualquier parroquiano también le consultaba a Luther Castillo Harry sobre la cultura garífuna.
Tegucigalpa Honduras 2
de diciembre de 2016.- El cortejo fúnebre de kilométricas filas por toda Cuba, representa
la opinión del pueblo sobre Fidel Castro. ¿A quién más se le podría tributar
algo así?, solamente a él, a quien BBC mundo consideró esta semana como el político
más astuto del Siglo XX.
Es más, las obras de
Castro trascendieron las fronteras, miles de kilómetros lejos de su patria, uno
de sus beneficiarios es el pueblo garífuna. Luther Castillo Harry, escribió para
kennycastillo.blogspot.com sobre las veces que se sentó y compartió con el comandante.
“Los encuentros con él fueron
múltiples. La primera vez que lo vi fue casi una semana después de que llegué,
un 17 de marzo de 1999. Estaba en la Biblioteca fue a visitar la Escuela Latinoamericana
de Medicina, ELAM, me preguntó de donde era, saludó y todo lo demás”.
“Luego me preguntó si había
comido, era una de las preguntas que hacía: qué comieron, cómo estuvo la comida
interesado en esos detalles simples, pero significativos para uno”.
“Empecé a participar en
la dirigencia de la escuela. Fui elegido, secretaría de cultura (Estudiantes de
la ELAM) en los primeros tres meses que estuve, luego como enlace de la rectoría,
representando a los estudiantes en los
consejos de dirección”.
“En
noviembre de 1999 que sacaron a los médicos cubanos de Honduras, a nosotros nos
tocó recibirlos en el aeropuerto de La Habana. Hicieron un casting de quien
pudiera hacer el discurso por la parte de los estudiantes porque Fidel iba a
estar ahí recibiéndolos”.
“Dijeron
que el mío era el más fluido, mejor articulado y me escogieron para darlo, esa
fue la segunda vez que lo vi de manera directa. Me pararon en frente, todos los
estudiantes estaban ahí en la pista, desde la 5 de la mañana. Fidel llegó como a las 8, yo estaba parado
enfrente cerca del pódium, sólo sentí el sonido de las botas, un hombre enormemente
alto, de verde olivo, me puso las manos en el hombro y me dijo; Usted va a
hablar y yo le contesté: sí comandante y él me dijo, vamos, dele”.
“Hablé,
él aplaudía enmedio del discurso. Cuando terminé él me llamó y me preguntó que quién
me escribió el discurso:
-Yo
comandante-
Quién
te lo escribió, volvió a preguntar,
Yo
comandante
Él
me dijo: Usted va a ser un tremendo médico, un gran profesional, pero también un
gran poeta. Muy lindo el discurso y seguido me dijo, Usted cree que pueda tener
tiempo para cenar conmigo esta noche.
Sí
comandante, contesté
Entonces
llamó al rector y le dice:
-Dice
el compañero que puede cenar conmigo esta noche, a ver si usted le puede
conceder el permiso- así de manera muy caballerosa.
“Como
negarse a una invitación a cenar con el comandante, para mí fue un honor. Esa
fue la primera vez que me invitó a cenar al Consejo de Estado, conversamos un montón
de temas, estaba interesado en saber quién era yo, de donde era. Empezamos a
hablar sobre la historia de los garífunas estaba muy interesado y que cuantas comunidades
eran, detalles, que cuantos éramos, cómo estamos conformados, orígenes, cómo
era la única cultura negra que
conservaba su lengua, pero no
solo eso, su cultura”.
El
comandante empezó hasta a memorizarse a las comunidades garífunas de la Moskitia
y al día siguiente me las repitió, las comunidades y las distancia existentes, empezó
a decir que si me desplazaba de Batalla para Plaplaya en una lancha de 15
caballos a una velocidad de tanto, cuanto tardaba, o sea ya era física, si no habías
hecho esas travesías, tenías que decirle que no lo habías hecho”.
“Participé
en las batallas por Elián. Me mandaba a llamar cuando llegaban dignatarios a La
Habana, él me tenía un cariño muy especial. Recibía a los dignatarios y también
y respondía sobre las preguntas que hacían sobre la ELAM, le enseñé algunas
palabras garífunas”.