Al estilo Hollywood, Mel estampa su firma sobre un sombrero
Tomado de El País.com
Pablo Ordaz
La solución al enredo de Honduras la tiene Porfirio Lobo. Y tiene un porqué. Porfirio Lobo, al que todo el mundo aquí conoce por Pepe, es el jefe del Partido Nacional y el candidato con más posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Honduras. Pepe Lobo ya estuvo a punto de ser elegido presidente hace cuatro años, pero perdió por apenas 7.000 votos frente al entonces candidato del Partido Liberal, un rico terrateniente de Olancho llamado Manuel Zelaya. Lobo siempre pensó que aquel recuento estuvo trucado, que Zelaya y los suyos -entre los que se contaba un rico empresario llamado Roberto Micheletti- hicieron trampa. Pero Lobo, también un rico agricultor de Olancho, decidió acatar el resultado y aguardar con paciencia y buen humor el momento de su venganza.
Ese momento ya ha llegado. Hace sólo unos días, Pepe Lobo y Thomas Shannon, el subsecretario de Estado enviado por Obama para solucionar de una vez el conflicto de Honduras, se reunieron a solas en Tegucigalpa. Hablaron en inglés, porque Lobo, al igual que todos los hijos de las pocas familias pudientes de Honduras, completó sus estudios en Estados Unidos. Shannon le adelantó que los representantes de Zelaya y de Micheletti se habían puesto de acuerdo para que fuese el Congreso Nacional el que decidiera en votación abierta, a mano alzada, la restitución o no del presidente depuesto. "Pero la gente de Zelaya me pide una garantía de que la restitución se lleve a cabo. Así que necesito", le planteó directamente Shannon, "que tus diputados voten sí a la restitución". Lobo sonrió, porque es su gesto más característico, una sonrisa afable tras la que oculta sus verdaderos pensamientos, hizo cuentas y su respuesta fue: "De acuerdo".
El Partido Nacional de Pepe Lobo cuenta con 54 diputados y el Partido Liberal, con 62. Pero 20 de los 62 diputados liberales ya se han mostrado de acuerdo con que Zelaya regrese aunque de forma simbólica, con los poderes mutilados, al poder del que fue expulsado por un comando militar el domingo 28 de junio. Si se tiene en cuenta que el Congreso está formado por 128 diputados, los 54 de Pepe Lobo más los 20 liberales son suficientes para allanar el regreso de Zelaya y, con ello, el final del conflicto...
O no. Todavía son muchos los que en Honduras no se hacen a la idea del regreso de Zelaya. Muchos los que están conformes con el acuerdo al que llegaron la madrugada del viernes los representantes de Zelaya y Micheletti y que a grandes rasgos consiste en la formación de un gobierno de reconciliación nacional hasta que el presidente surgido de las elecciones del 29 de noviembre se haga con el poder, y en el abandono, asumido por las huestes de Zelaya, de cualquier intento de reformar la Constitución. Pero hay algo en lo que, pese a la presión ejercida por Shannon en nombre de Barack Obama, pese a la alegría de toda la comunidad internacional por el posible fin del conflicto, siguen sin estar de acuerdo: el regreso de Zelaya a la Casa Presidencial. Y ahí es donde radica el poder de Pepe Lobo. Porque en aquella reunión a solas, el rico agricultor de Olancho le pidió a Shannon que también él se comprometiera a algo:
-Me tienes que prometer que sea cual sea la resolución del Congreso, tu Gobierno en particular y la comunidad internacional en general se comprometerán a validar las elecciones del 29 de noviembre.
- Estoy de acuerdo. Nuestra postura será que la solución al conflicto es ya una cuestión exclusiva de los hondureños.
Y así fue. Tras la reunión con Lobo y la firma del acuerdo entre los enviados de Zelaya y de Micheletti, todas las declaraciones de Thomas Shannon fueron en ese sentido. "Quiero subrayar", dijo y repitió, "que la ayuda internacional creó un contexto, pero el trabajo fue un trabajo hondureño y yo quiero demostrar mi admiración por la vocación democrática de este pueblo. Quiero garantizar que Estados Unidos acompañará a Honduras en sus elecciones del 29 de noviembre".
Hay quien en Honduras no se explica la alegría de Zelaya. La única explicación es que, durante la reunión que mantuvieron en la Embajada de Brasil, el enviado de Obama le hablara de su pacto secreto con Lobo, del compromiso de candidato del Partido Nacional a votar que sí a su restitución simbólica. Pero las horas avanzan y las dudas no se diluyen.
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