jueves, 21 de enero de 2010

"Sentíamos que el edificio se nos venía encima"

Así lo dice una hondureña que sobrevivió al terremoto de Haití. Ya está en Honduras y se siente en la gloria
Rosa cuenta su historia en el avión que la trajo de regreso a Honduras

Rosa Girón tiene 28 años y los últimos cuatro los vivió en la malograda Haití. El martes, una semana después del terremoto, se encontraba a bordo de un avión con rumbo a Honduras en el viaje más sabroso de su vida. Trajo a sus dos hijos, Roger de 7 años y Oliver de 17 meses, pero atrás se quedó su esposo, un mecánico de aviación, que sigue en el escenario de la desgracia, por la obligación que da el trabajo.

En la cara y voz de Rosa, se notaba una sensación de triunfo, estaba inquieta y emocionada por el regreso. Mientras Roger y Oliver dormían cobijados por una tibia frazada, la mujer relató lo que ocurrió el día que partió en dos la historia del que se considera el país más pobre de occidente.

Lo que ocurrió aquél día
Su esposo, Roger Palma, llegaba del trabajo y buscaba irse con el niño mayor a jugar fútbol, en eso se nos extravió la llave del carro y estábamos buscándolas cuando sentimos los primero temblores, fue una cosa bien fea, todos nos quedamos mirando y nuestra reacción fue buscar a los niños, en ese instante personal del hotel en donde vivimos gritaban a todos que saliéramos y así lo hicimos, como todo fue rápido nos abrazamos los cuatro en las afueras del hotel y mirábamos como el edificio temblaba, pensábamos que se nos venía encima, nos hicimos un nudo para esperar lo que pasaría”.

“Durante el terremoto se escuchó una explosión bien horrible, no puedo comparar, pero fue feo, realmente no sé que le puedo decir, es que realmente fue feo y se sintió que era algo grande, vimos como se vino abajo el muro del hotel y unas casas de enfrente se cayeron encima de la gente que vivía allí”, relata Rosa.

“Después de esto se escucharon gritos de lamento en las calles, todos lloraban, los haitianos son muy unidos, pero ya luego se fue la luz, no había televisión local, no había noticias y todo era silencio, como que todos se habían muerto, como que no había vida allí. Entramos a la casa y todo era desorden, todas las cosas estaban en el suelo, era un relajo”

El trauma de otro terremoto
“Ya nos habían dicho que no podíamos estar allí, fue así cómo nos quedamos dos noches y dos días viviendo en el parqueo, durmiendo y comiendo allí, no había mucho problema porque todos no quedamos allí. Sentíamos mucho miedo de que volviera a ocurrir un terremoto, fue así como el viernes decidimos viajar a República Dominicana”, finalmente cuatro días, Rosa y sus hijos tomaron el ansiado vuelo a Honduras. Cuenta Rosa que cuando vio a los hondureños, fue como que hubiera visto a sus propicios familiares.

Al día siguiente del terremoto y camino al aeropuerto el esposo de Rosa, descubrió que el Supermercado en el que habían comprado víveres un día antes, ya no existía además contó 67 muertos tirados en las calles, habían cientos más en otros lados y otros miles bajo los escombros. También muchos resistían bajo el concreto, algunos de ellos fueron rescatados.

Quema de cadáveres
Las autoridades haitianas debieron quemar algunos cadáveres y otros enterrarlos en fosa común, esta medida fue criticada por los locales porque “Ellos son muy respetuosos con los muertos, ellos los velan durante una semana y se ponen lo mejor que tienen para rendirles tributo, los varones se van de traje, las mujeres con vestidos de gala y son grandes fiestas las que hacen, yo no sé de donde sacan tanto dinero, como son tan pobres a lo mejor empeñan o prestan, pero ya le digo… ellos hacen lo mejor para sus muertos”.

“Los haitianos, dice, son personas muy creativas, ellos hacen de todo por ganar el dinero, hacen muchas pinturas e inventan de todo, últimamente me sentían muy segura en Puerto Príncipe que en San pedro Sula por la noticias que miraba, allá –en Puerto Príncipe- nadie te roba”.

Cuando descendió del avión en La Ceiba, Rosa no podía contener su emoción, aunque con la preocupación de tener a su esposo en Haití y luego por la continuación del estudio de su hijo “voy a tener que buscarle escuela y no sé nada de San Pedro, pobrecito mi hijo él no quería venirse, me decía que no quería dejar su escuela, además porque quería quedarse cuidando a su papá porque tiene miedo que muera”.