martes, 7 de septiembre de 2010

México, el cementerio de hondureños

La pobreza extrema en que vive el 47.1 de nuestra población, obliga emigrar al Norte, pero lo más seguro es que encuentren la muerte en México.

Tegucigalpa
Sea por Los Zetas o por criminales comunes; por los Policías o por el Cartel del Golfo. Sea por los propios Coyotes o por los agentes de Migración; por cualquier accidente o por cualquier ciudadano molesto. En el tren de la muerte o envenenado. Las posibilidades de un Migrante hondureño puesto en México es siempre la misma; la muerte.

Por alguna razón los mexicanos se creen superiores a los centroamericanos, pero ese sentimiento ha llegado al extremo. El “amor” de ellos son los gringos. En Centroamérica se les admira mucho, todo al contrario del trato que reciben en Estados Unidos, pero cuando a México llega un estadounidense le dan todo. No suele pasar esto con un centroamericano.

Es decir, en el suceso de hace unos días, también hubo un componente de odio racial.

Tras ese genocidio de 72 migrantes hace dos semanas en San Fernando Tamaulipas, ya arrecian los testimonios más horrorosos de los ilegales. Bien dicen que el infierno esta aquí mismo en la tierra y para los hondureños el infierno recibe por nombre México. Mientras el canciller hondureño anuncia que ahora tienen enlistados unos 600 hondureños desaparecidos en el camino al “sueño americano”, quienes sobreviven a esa pesadilla establecen que el asesinato de ilegales, en esa parte de México, es un asunto ya viejo. Es decir, los 21 hondureños se multiplican por muchos más que han perdido la vida en el mismo contexto que los muertos el 22 de agosto, supuestamente, en manos de Los Zetas.

Son varios a los que ha tragado la tierra, algunos quedan de esclavos en el camino, otros tantos secuestrados. El drama es terrible, no obstante ni el gobierno de Honduras, que debiera ser el más interesado, y mucho menos el de México han reparado en el asunto. Ni a México ni a Honduras le importa la vida de los ilegales.

De no ser por esfuerzo aislados de personas con buena voluntad, todo sería peor.

Algunos hondureños, piensan en, ni siquiera, escalar en México. Me lo decía mi amigo Daniel, un hombre deportista y respetuoso de la vida humana, “yo ni siquiera escalaré en México , si mi itinerario se va por allí –manifestaba-, prefiero cambiar de ruta.