jueves, 23 de octubre de 2014

Amílcar Colón narra el “infierno” que pasó en cárcel de máxima seguridad en México

  • En comunicación con el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Roberto Herrera Cáceres, el migrante hondureño Ángel Colón le agradeció por las  gestiones realizadas y  le  adelantó que promovería una demanda  para que se haga justicia  y que centenares de hondureños no sufran lo que él sufrió.
El migrante hondureño  Angel Amílcar Colón, narró este jueves, el “infierno” que vivió durante su cautiverio de más de 5 años y medio en una cárcel de máxima seguridad en México, período en el cual perdió a su hijo, un hermano, una sobrina, una tía y a su madre, sin que la dieran la oportunidad de contactarse con el resto de sus familiares.

Durante su testimonio cuestionó el papel de las autoridades mexicanas por haberlo acusado sin tener pruebas y hacerlo vivir un “infierno” en una cárcel en la que incluso bebían agua contaminada y en la cual la mayoría de los internos vivían con diarrea por el tipo de comida que les proporcionaban.

En comunicación con el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Roberto Herrera Cáceres, el migrante hondureño Ángel Colón le agradeció por las  gestiones realizadas y  le  adelantó que promovería una demanda  para que se haga justicia  y que centenares de hondureños no sigan sufriendo las brutalidades que él sufrió.

“Queremos, señor Comisionado, que el Estado mexicano investigue a las personas que me torturaron para que lo que me pasó a mí no le pase a otros compatriotas”, declaró.
TESTIMONIO COMPLETO DE ANGEL AMILCAR COLON
Este es un triunfo de la verdad de la justicia en contra del mal.

Es prueba de muchos casos de personas que están presos en diferentes cárceles del país y que están en circunstancias similares como la mía que están abandonados porque no cuentan con alguien que haga eco su voz de  la situación que vive.

El sistema te deja desarmado para poder reunir las pruebas necesarias y demostrar su inocencia.
La razón por la cual partí de Honduras con destino a la ciudad de New York es porque me veía rodeado de pobreza y el estado de salud de mi hijo Angel Elvir  Colón Baltazar, pues necesitaba dinero para atender su situación de salud y tratar el cáncer que lo mató.

Durante este cautiverio en que me mantuve en el Cefereso No. 4 en Tepic, Nayarit, que es una prisión de máxima seguridad, disfrazada a la opinión pública que es una prisión de mediana seguridad.
A parte de la muerte de mi hijo murió la hija mayor de mi hermana,  murió mi hermano, murió mi tía y murió mi mamá. A mi padre no lo conocí porque murió cuando tenía 9 meses.

En ninguno de los momentos en que mi hijo y demás parientes fallecieron se me dio la oportunidad de hacer una llamada telefónica y darles el pésame a mis hermanos y solidarizarme con el dolor mutuo que teníamos por nuestros seres queridos.

Soy garífuna de nacimiento y de padres y madres garífunas, ex dirigente de la Organización Fraternal Negra de Honduras, me he desempeñado como ex dirigente de la Asociación de Estudiantes Afro del Centro Universitario Regional del Norte, hoy conocida como Universidad del Valle en San Pedro Sula.

Participé en la Fundación de Afro América 21 cuando se articuló, fui fundador del Foro Binacional Honduras - Nicaragua para la conservación de las áreas protegidas, fronteriza entre ambos países, he desempeñado muchas funciones en mi vida social, fui aspirante para ser sacerdote, estuve 5 años bajo custodia, asesoría y tutoría de la Iglesia Católica y vigilancia de los jesuitas.

Hoy tengo un matrimonio que estoy por legalizar con  mi esposa July Alexandra Baltazar con quien procree dos hijos.

Yo llegué a la casa, con la que relacionan los hechos, bajo engaño y amenazas y corrí del  lugar por mi vida.

Las autoridades violaron mis derechos lo que es la asistencia consular, la violación del debido proceso, 15 horas estuve bajo la retención de la Policía Federal,  me entregan después al Ministerio Público, estos me entregan al ejercito mexicano para ser interrogado bajo tortura.

Una experiencia única que ha marcado mi vida, habían más de 60 personas en ese cuartel, todos bajo la misma condición.

También se violó mi derecho por hacerme declarar en una base militar, no tuve una defensa adecuada porque no tuve una entrevista con mi defensora pública federal y fue testigo, mi defensora, de mi tortura a las 2: 00 de la madrugada, se encontraba dentro del cuartel.

Me visitó una comisión del Ministerio Público y se presentó como integrante del Ministerio Público y al día siguiente, a las 8:00 de la mañana, aparece que iba a ser mi abogada.

En el expediente no hay prueba alguna que diga que presentó denuncia ante el Ministerio Público, que presentó amparo para solicitar mi defensa, mi liberación porque  no hay evidencia en el expediente.

Fui arraigado por 80 días después de terminar los 40 días en el Cuartel Militar, estuve aquí en la ciudad del DF, en la colonia Doctores, en el Centro de Arraigo para  completar los 80 días.

Fui víctima de tortura física y psicológica durante 5 años, 4 meses  que permanecí en el Cefereso No. 4 Noroeste.

En febrero cuando ingresó quien es directora en ese Centro, llegó golpeando, maltratando a los internos que se encontraban en el Cefereso por  simple capricho, argumentando que allí se vendían drogas y otras cosas, acusando a la directora saliente.

No encontró droga pero si dejo gente fracturada, lesionada, simplemente para demostrar quien mandaba y quien iba a mandar en el Cefereso.

Allí se vive un infierno, hoy en día todos beben agua de llave contaminada, ganamos los amparos para que nos den agua purificada. En este momento ya se está entregando agua de garrafón purificada en el Cefereso No. 4 Noroeste.

Hay jueces, yo gané un amparo donde se me ordenaba que se me diera un garrafón de agua semanal, la directora decidió que es quincenal.

La comida constantemente les pega diarrea a los internos y no se registran en los expedientes médicos, así que cuando nosotros promovemos amparos ante los jueces no podemos  ofrecer pruebas porque presentan un informe de la autoridad y no se encuentra constancia que alguien padeció de diarrea y se deniega el reclamo.

La mayoría de los internos mueren por negligencia médica, porque la atención, si no te miran tirado en el piso que justifique que es emergente no se te da atención. Mucha gente que ha sido operada de cosas leves por no atención han muerto.

Hay un colombiano que murió porque después de la operación se dieron cuenta que era cancerígeno el tumor que le extirparon,  así que ese tumor se lo llevó.

Hay otros casos que argumentarán porque les hacen firmar documentos antes de su operación para liberar a las autoridades de la responsabilidad por si pasa algo. Es injusto eso porque el  Centro cuenta con recursos.

La Procuraduría General de México determinó que no había pruebas para determinar que yo era responsable de los hechos y por eso determinó mi libertad inmediata el pasado 15 de octubre del 2014.

Lo relevante es que la PGR mantuvo su acusación sabiendo que era inocente y eso amerita una reparación del daño, el castigo a los responsables y que investiguen a las personas que hicieron estos actos de tortura.