miércoles, 23 de diciembre de 2009

Navidad y la “quema” de niños en Honduras

La perversión de la Navidad tiene su peor rostro en muchos niños quemados por la manipulación de la pólvora. Duele decirlo, pero esta época dejará huella imborrable en la piel de algunos infantes. 


Habra mucho para quienes la imagen de la Navidad es una buena cena en familia, una estancia personal con un ser querido, que a lo mejor no se repite en el resto del año, un buen partido de fútbol, el nacimiento de un amor y más… lamentablemente, para muchos niños en Honduras no es nada de eso, significa, ni más ni menos sus primeras visitas al hospital. Es así como en Honduras la Navidad también se convierte en la fiesta de los niños quemados.

La costumbre del uso de la pólvora en las celebraciones y excederse con ellas, ha terminado dejando huellas en la piel de muchos niños, algunos de los cuales, en el peor de los casos, consiguen hasta la muerte. Año con año el desfile de niños quemados es interminable, en todos los hospitales del país, algunos no llegan y son atendidos en sus casas.

El llanto prolongado de los menores apaga la sonrisa eterna sin que esto sea detectado por la sociedad o, mejor dicho, sin que le de importancia, literalmente el sistema imperante, el comercio voraz, toma a los niños de Honduras y lo tira en una cavidad llena de pólvora. Las autoridades lo saben, pero no hacen lo suficiente, esto no es extraño porque en este país, los niños no están en la lista de las prioridades.

Dos días antes de la Navidad autoridades del principal centro hospitalario de Honduras, el Hospital Escuela, reportaban la existencia de12 niños quemados por la manipulación de pólvora que llega a ellos, en forma de cohetes. Se invierte 10 mil lempiras diarios en cada niño llegado con este problema: Contradictoriamente, en Honduras, muchos adultos siguen comprando cohetes a sus hijos.

Los padres siguen permitiendo que los niños celebren la Navidad con pólvora, como en los tiempos aquellos en que para los indios de plumas el sonar de los cohetes resultaba divertido. Ya basta con esta costumbre, no más niños quemados.

Una legislación especial para el tema es necesaria, debería de crearse un seguro a los expendedores de pólvora o, que paguen ellos directamente a los hospitales públicos los costos de curación de estos menores, en adición, no hay que ser blandos con los padres de estos menores, así es que hay que condenarlos a exposición pública por maltrato infantil o paternidad irresponsable, penalizarlos con trabajos forzosos y, si es posible, mandarlos a la cárcel: no más niños quemados por la manipulación de pólvora.