viernes, 9 de octubre de 2009

OEA y la ONU dos organizaciones impotentes



Si en algún momento Hugo Chávez Frías, cuyas palabras se perdieron como gritos en la selva o del mar, repetía que la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no tenían razón de ser, sí que estaba en lo correcto. Si algo faltaba para que eso quedara demostrado, ahí tienen el Golpe de Estado en Honduras.

El conflicto hondureño lleva más de 103 días. Había gran expectativa de lo que ocurriera con la llegada, esta semana, de la Comisión de la OEA, sin embargo lo que pudo transmitirse por televisión fue una monumental regañada por parte del golpista, en reclamo del por qué, en los primeros días de la crisis, no lo habían escuchado y se apresuraron en condenarlo.

Micheletti se disculpó cuatro veces por su tono y les dijo que no estaba molesto y que esa era su forma de hablar, ¡si como no!.. Ni fuerza ni liderazgo. Nada tiene la OEA y tampoco la ONU. Ni temor ni compasión. Ellos no inspiran nada.

Han demostrado que, ni siquiera tienen una pastilla para calmar los dolores africanos, ni capacidad para disuadir a un golpista, al contrario, éste, Micheletti, los conminó a escuchar de su boca frases duras y con sensaciones de amenazas.

Si ellos tuvieran valor y el internacionalismo fuera el mecanismo que pretende ser, ya días hubieran enseñado que los golpistas del patio son unos niños de pecho. Ya lo hubieran logrado por la vía del liderazgo o por su fuerza. Pero ni uno, ni lo otro. La OEA específicamente, y la ONU que todavía desempeña un papel secundario en el tema hondureño, degrada su figura en una lírica que cansa y hace morir de desesperanza a millones de hondureños victimas del golpe.

Sobre todo en los miles que nos manifestamos en las calles, hay temor, pues somos candidatos a morir por una bala de la Policía o del Ejército.

En los conflictos de África se nota la apatía y la exagerada lentitud de la ONU. No olvidamos el desangramiento de Ruanda y la actitud contemplativa de la ONU y de sus principales miembros.

Tenemos presente el resto de conflictos que han merecido todo su rigor, mientras ellos se han quedado de brazos cruzados, tomando café en las alturas de los edificios.

Lamentablemente nos damos cuenta, una vez más, que la OEA y la ONU son todavía cheques sin fondo. Son dos guardas petroleros.

De pronto ellos lo que esperan es que los militares nos maten a todos. Espectadores de genocidios, algo por lo cual ellos son reconocidos, por esto se hicieron famosos en África. Esa es la línea de ellos. Ya llevamos más de cien días y nada, diez muertos ha puesto el pueblo. No le interesamos los hondureños. A nosotros que Dios no agarre confesados.

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