El Poder Legislativo se apresta, la próxima semana, a conceder perdón por los hechos del 28 de junio, pero no se sabe a quienes y por qué.
Se supone que la primera etapa del perdón es confesar. Así es en todo el mundo. Lo sabemos por lecturas sobre experiencias similares en Sudáfrica, Guatemala, Ecuador y otros países que han enfrentado graves conflictos políticos y humanitarios. Los hechos en aquellos lares nos ayudan a pensar sobre la implementación de la Comisión de la Verdad y las Amnistías en Honduras tras los desastres ocurridos luego del Golpe de Estado del pasado 28 de junio.
La Comisión de la Verdad es vital de cara al futuro para que no vuelvan a suceder los hechos que se declaran, es decir el asesinato por diferencias políticas, las violaciones sexuales, los abusos y cuantos delitos se hayan cometido en el marco de un diferendo que divide al país.
Honduras, cierto es que es el país donde el plomo flota y el corcho se hunde. El bendito Acuerdo Tegucigalpa/San José sobre el Golpe de Estado del 28 de junio, establecía la creación de una Comisión de la Verdad, hasta ahora no se ha conformado, lo extraño es que el Congreso Nacional esta semana, se apresura a discutir una amnistía para los actores de estos hechos. Para ponerlo más claro van a extender un perdón y no se sabe a quién.
Lo civilizado es que los actores de estos hechos declaren sus culpas, mencionen sus autores intelectuales y, sólo después del mea culpa, entra en escena una Comisión de la Verdad que decide si tal o cual persona es digna de perdón. Así las cosas, lo que toca al Congreso es nombrar una Comisión de Amnistía, compuesta por juristas de alto perfil y reconocido prestigio. El Congreso no debe perdonar a nadie.
¿Qué van a perdonar? ¿A quienes? ¿Quienes piden perdón? ¿Qué hicieron?... Necesitamos saberlo, ojala que un rayo de luz penetre en las mentes de los diputados y que por primera vez actúen correcta y sensatamente… Así lo espera la patria, aunque con pocas esperenzas.
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